jueves, 7 de marzo de 2013

Bolivar y San Martin, Perón y Chávez y ese mismo loco afán.

Kotty Menendez.
Su vocación católica humanitaria, sus principios de soldado del pueblo y no de las corporaciones, su loco afán de patriota americano y no solo venezolano; fueron indudablemente las causas que llevaron a Hugo Chávez Frias a ser el natural remplazo del general argentino Juan Domingo Perón.

Ambos próceres desarrollaron su convicción política a través de principios fundamentales como la justicia social, la independencia económica, el anti-imperialismo y la soberanía popular; pero conteniendo sobre si, un histórico anhelo inmenso y superior; el de la unidad sudamericana.

Juan Domingo Perón trabajó ese anhelo desde el nacionalismo popular haciendo resurgir aquel viejo sueño sanmartiniano de que América sea una sola; y Chávez lo hizo desde el socialismo del siglo XXI, implantando en todos nosotros, los sudamericanos, el sueño del gran libertador Simón Bolívar.

De uno y del otro, vale recordar sus prácticas coincidentes para desarrollar ese alocado, romántico y fantástico sueño, de que todos los hermanos americanos independizados de los decadentes imperios europeos seamos la misma y única patria.

Perón, profundo admirador del pueblo chileno y encontrando en aquel momento en el liderazgo del hermano país a su camarada Carlos Ibañez del Campo, planteó seriamente el comienzo de aquel inmenso sueño que Bolívar, San Martin, Sucre, y Artigas entre otros, no habían podido lograr. El comienzo de ese sueño Perón lo tituló: “Estados Unidos Andino Platenses”; unión nacional entre Chile y Argentina, que el imperio haría fracasar a través de su aplastante movilización y las berretas pero eficaces propagandas anti-argentinas que desarrollara en Chile. El segundo paso era crear el ABC (Argentina Brasil y Chile) para finalmente aglutinar a todos los países sudamericanos en lo que se llamaría la “Confederación Sudamericana”. Las caídas de los adherentes al proyecto continental de Perón, motivadas por el avance de los imperialistas, truncan la primera gran posibilidad de unión regional que no se había dado desde los tiempos de la independencia americana.

Mas luego, dentro de otro panorama geopolítico la movilización del imperio continua, pues Latinoamérica vuelve a ser un león difícil de domar para Washington. Tocar a Cuba significaba la inminente posibilidad de una guerra nuclear con la Unión Soviética, pero tocar a Perú, Chile y Argentina no; y es así como de a uno caerán por el embate del imperio, los líderes anti-imperialistas sudamericanos de entonces.  Allende, Perón y Velasco Alvarado.

Desde entonces y pasando también posteriormente por el derrocamiento de la revolución sandinista de Nicaragua; la región queda en manos de Washington, pasa a ser su famoso “patio trasero”, allí acudimos al consenso de Washington y otras miserias que relegaron a nuestros pueblos a un servil sometimiento.

Pero cuando creían ganada la “guerra” apareció un romántico, un poeta revolucionario sudamericano que traía en su sangre a su pueblo y en sus convicciones a los valores de todos aquellos patriotas del pasado; era Hugo Chávez Frías, que hacía una súbita aparición allá en el año 1992 con su MBR200; dándose a conocer y proponiendo el sueño y la esperanza de que nuestro continente podía virar hacia las espaldas del pérfido imperio yanqui.

Con perseverancia y amor, llegó a Miraflores en 1999 y a partir de allí, la historia de nuestros pueblos ya no volvería a ser la misma. De sumisa, pasaría a ser desafiante.

Washington, consciente del peligro que a sus intereses le generaba ese soldado venezolano, en abril del 2002 puso en práctica el mismo plan que desarrolló con los anteriores nombrados lideres latinoamericanos; pero el tiro le salió por la culata; un ebrio Bush se vio ridiculizado por un pueblo que copó las calles de Caracas y otros puntos importantes de Venezuela y retornó a su presidente al poder. Y a partir de allí, el sueño que Perón quiso llevar adelante 50 años antes, empezó a plasmarse a través del comandante Chávez; y así de a uno, vinieron Lula da Silva, Néstor Kirchner, Evo Morales, Daniel Ortega y Rafael Correa. Nació el ALBA, la CELAC, la UNASUR y se hirió de muerte a la nefasta OEA.

La idea de la unidad latinoamericana se encarnizó en nuestros pueblos con más fuerza y virtualidad que nunca. Aquel loco afán de San Martin y Bolívar, que luego intentó Perón y cuando todo estaba perdido resucitó Chávez, está latente, goza de excelente salud y está más próximo que nunca. 

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