Tampoco ahora, después del inicio de la tregua formal, resulta fácil llegar hasta allí. Sólo se puede avanzar por las estrechas callejuelas pegado a las paredes. Se cruza al otro lado en cortas carreras y, como máximo, de dos en dos. Los cruces son tiroteados por francotiradores. Pero los habitantes se quedan: se han acostumbrado al interminable intercambio de disparos, pero, cada vez aceleran el paso involuntariamente.
Los rebeldes han destruido parcialmente los muros del antiguo edificio, la puerta de entrada está calcinada. En el interior todo fue destruido, la tumba del profeta Zacarías, el padre de Juan Bautista, fue saqueada/profanada; y lo más valioso, las reliquias – parte de los ropajes y un pelo del profeta Mohammed – fueron robadas.
Soldado: “hemos resistido en las puertas con una pequeña unidad. Vinieron desde atrás, disparaban lanzacohetes, derribaron los muros. Desde el otro lado de la calle disparaban francotiradores. Y hablan de alto el fuego… Los rebeldes no tenían ninguna intención de parar de disparar. Nuestros muchachos se defendieron hasta el final, cuatro de los que han muerto defendiendo la mezquita provenían de familias cristianas.”
En atención a las tradiciones de los musulmanes, también aquellos soldados que eran cristianos se quitaron el calzado, lucharon descalzos pese a los cristales, los casquillos de bala y las astillas. Los padres de Pierre dicen: “en Siria nunca se ha clasificado a nadie por su confesión. Por eso todos luchan conjuntamente por su país.
Hanni Asishaïd, madre de un soldado muerto: “fue alcanzado por fragmentos de granada, un camarada resultó herido en una pierna. Lo sacó llevándolo en brazos, pero él mismo no quería ir al hospital. Dijo que no abandonaba la mezquita y a sus camaradas. Cuando subía por una escalera, fue alcanzado por dos balas.”
Siempre dijo a su madre que no llorara, sino que rezara. Llamó por última vez el día de su muerte. Desde hace dos meses no había estado en casa, prometió ir a casa a la mañana. Quería volver a ver a su hermana y a la hija pequeña.
Estel Asishaïd, hermana del soldado muerto: “mi hermano siempre me decía: reza primero por Siria, luego por mí. Para él Siria era más importante. Le llamé y le dije que le echaba mucho de menos. Dijo: ten paciencia un día más. Pero ya no volvió.“
Antes de la crisis nadie se preocupaba de en qué creía cada uno. Pero en los últimos 18 meses las personas son azuzadas persistentemente unos contra otras por motivos religiosos.
Anastasia Popowa: “en esta línea, los rebeldes han intentado separar un barrio cristiano del centro de Alepo de otro sunita. Por esta calle discurría una especie de frontera. Los habitantes eran retenidos aquí, quien ofrecía resistencia era volado por los aires. Se llamó al Ejército y se produjeron fuertes combates entre soldados y bandas de rebeldes. Los rebeldes fueron desalojados sin emplear armamento pesado. En las estrechas callejuelas no habría habido sitio. Una parte de los rebeldes fue liquidada, otra huyó a través de túneles a barrios vecinos.
Atlas Hori, habitante de Alepo: “han intentado reventar la puerta y han destrozado la cerradura. En la vivienda sobre la nuestra disparaban con un lanzagranadas. Gritaban “Allahu Akhbar” y disparaban con ametralladoras. Querían que nos fuéramos aterrorizados, pero soy cristiana y llevo viviendo 50 años aquí – no me voy a ninguna parte”.
Una iglesia griega-ortodoxa, año de construcción 1843. En la pared, huellas de una explosión de granada. El patio interior fue bombardeado con morteros. Como por un milagro una granada no explotó. Tras el impacto de la segunda resultaron destruidas las escaleras.
Marian Mariet, “Ostarier” [cargo religioso, no he encontrado la traducción, N. del T.] de una iglesia ortodoxa en Alepo: “El sacerdote de nuestra comunidad se encontraba en el segundo piso, cayó, toda la cara cortada por trozos de cristal, yacía empapado en sangre y resultó herido en la espalda. Ahora me encargo yo de cuidar la iglesia. Estos demonios quieren dividir nuestra sociedad, pero entre nosotros vamos a seguir considerándonos como hermanos y vamos a convivir pacíficamente.”
Tanto mezquitas como iglesias son designadas en Siria con la misma palabra: “templo”, al que tienen acceso todos, independientemente de su religión. El soldado de nuestra escolta es musulmán, acaricia los iconos y reza junto a la mujer cristiana – según su manera. No es tan importante donde y con quien se rece. Lo importante es que la paz vuelva a Siria.
Traducido por Pedro Aguirre.
Nota: http://apxwn.blogspot.de/2012/10/aleppo-vom-zivilen-widerstand-gegen-die.html
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