sábado, 20 de octubre de 2012
"Sigan resistiendo aunque ya no escuchen mi voz"
Kotty Menendez.
Con esas palabras el coronel Muammar Khadafi, el primero de septiembre del pasado año nos instaba a continuar la lucha contra el imperialismo. Si, nos instaba; pues aquel mensaje de resistencia, así como también su póstumo agradecimiento, estaba dirigido a todos quienes al menos supimos acompañarlo con el corazón, y no solo para las guerreras y guerreros de monumental valentía, atrincherados en Sirte, Bani Walid, Abu Salim y Sabha.
Hoy se cumple un año de aquel sangriento jueves 20 de octubre en el que el Hermano Líder y Guía vería por ultima vez la luz del sol, allí en Sirte, donde el misericordioso a priori, quiso que sea su primer destello de vida. Nada mas perfecto para el desenlace de la historia de un héroe, que dar su ultimo respiro en la misma vecindad que dio el primero; nada mas perfecto para el curriculum vitae de un revolucionario, que morir luchando acosado y asediado por mercenarios; agonizando a los tropiezos y tambaleos; en el mismo lugar que mucho tiempo atrás, papá y mamá Khadafi enseñaban a caminar a un pequeño Muammar que se tambaleaba y tropezaba por primera vez. Nada mas perfecto que cumplir en su ciudad natal, la promesa hecha el 22 de febrero del 2011 cuando nos juró que iba a morir como mártir.
De no cargar esta historia con 60.000 civiles salvajemente asesinados por las bombas de los países miembros de la terrorista Organización del Tratado del Atlantico Norte (OTAN), y los disparos de sus mercenarios a sueldo; estaríamos hablando de un fantástico cuento surgido de la mente de un autor cuya musa inspiradora radicase en el batallón de un ejercito de románticos; en el cual el líder y sus seguidores se enfrentan a las mas oscuras y omnipresentes fuerzas del mal, para uno a uno terminar violados, torturados y asesinados, ante la indigna alternativa de vivir cómodamente y hasta viejos, pero con la placa eterna de ser cómplices del opresor.
Aquí lo desgarrante y doloroso, son las 60.000 vidas humanas que se perdieron por los caprichitos petroleros de los señores civilizados de Europa y Norteamérica, y la denigrante actitud de “la gente bien del mundo” que hizo la vista gorda ante el apocalíptico sufrimiento del inocente pueblo libio. No el final que tuvieron Khadafi y sus leales, puesto que tal destino no hace mas que enaltecer y glorificar la decorosa gesta defensiva de ese grupo de valientes.
20 de octubre no es fecha de luto ni de desmotivaciones para los militantes anti-imperialistas y los seguidores de Khadafi en el mundo entero; ni siquiera es un día para la reflexión; es un día clave atornillado en la memoria de los opositores al imperialismo, que nada ni nadie podrá borrar; es un día para resurgir y levantar la frente, y así; resistir, “aunque ya no escuchemos su voz”.
Solo mueren los olvidados, y un Khadafi huido, entregando Libia a los opresores, por mas aire que aún expulsara su nariz, sería un Khadafi muerto. En cambio, un Khadafi desorientado a causa de un bombardeo francés; violado, torturado y asesinado por negarse a vender a su pueblo, es un ente inmortal que nadie puede dañar, pues vive en cada uno de nosotros que siempre lo recordaremos.
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